Cerca de un 5,5 por ciento de la población infantil puede padecer algún tipo de alergia alimentaria según cifras entregadas por el Minsal.
Algunos de los síntomas para detectar si un menor tiene alguna alergia o intolerancia a algún alimento se encuentran la hinchazón, especialmente cerca de la boca, dificultad al tragar, dolor abdominal, cólicos, diarrea, náuseas y vómitos. En cuanto a las manifestaciones cutáneas el niño puede comenzar con aparición de urticaria local o generalizada, enrojecimiento o bultos, dermatitis. Finalmente, en cuanto al sistema respiratorio, puede aparecer asma y rinitis.
Según la OMS la recomendación a los padres es una alimentación controlada en los primeros meses de vida, donde la lactancia es esencial durante los primeros seis meses de vida, ya que es fundamental para evitar estas alergias que se desarrollan en edades posteriores. Este control viene dado principalmente con aquellos alimentos ricos en proteínas que se asocian a un mayor riesgo de sufrir alergias alimentarias. Esto es porque las proteínas son más susceptibles de provocar una reacción inmune y producción de anticuerpos.
Las razones tras el aumento de las alergias alimentarias
Hay variadas razones por las que a habido un aumento explosivo de las alergias alimentarias en las ultimas décadas y se cree a que se debe a varios aspectos:
Menor interacción con los gérmenes. Durante los últimos 50 años han disminuido drásticamente las enfermedades infecto-contagiosas, y han aumentado mucho las inflamatorias y autoinmunes. Esto se debe a que con el paso del tiempo, las personas cada vez tienen menos contacto con bacterias, lo que hace que el sistema inmune tenga “menos trabajo” por lo que se cree que envejece, se ralentiza y se desvía atacando al propio organismo.
Los alimentos cada vez más procesados también tienen su responsabilidad en esto según indican los expertos. Se piensa que esos alimentos, al cambiar la conformación de las proteínas pueden ser más permeables, más alergénicos o inducir una distinta respuesta del sistema inmune.
El cambio en la dieta de las personas es otro factor que ha influido en el aumento de los casos de alergias alimentarias. Ahora consumimos muchos más productos refinados, muchos más carbohidratos, grasas tenemos una dieta baja en fibra y baja en vitamina D.
Hay investigadores como Jack Gilbert, científico que ha estudiado el efecto de las bacterias en el cuerpo los últimos 20 años. El plantea que “lo importante es empezar por dejar interactuar a los niños con el ambiente, subirse a los árboles, jugar en la tierra y tener un perro.Tener plantas también ayuda. Se trata de traer lo natural a la casa y generar oportunidades para que los niños se ensucien las manos e interactúen con los microbios del mundo”, afirma este investigador, autor de “Dirt Is Good: The Advantage of Germs for Your Child’s Developing Immune System” (“La suciedad es buena: La ventaja de los gérmenes para el sistema inmune en desarrollo de su hijo”).
La obra, según explica, busca responder las preguntas más comunes que siempre se han hecho los padres sobre los peligros reales de interactuar con las bacterias, echando por tierra la idea de que un ambiente muy limpio es una necesidad si se quiere estar sano.
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